jueves, 15 de noviembre de 2018

USA ROAD TRIP - DAY 18


Última etapa en USA. Ya va saliendo todo el cansancio acumulado de los dias anteriores. El hotel Super 8 no es una maravilla pero al menos el baño no parece el de una cárcel, como el del hotel anterior.
A estas alturas podríamos hacer un monográfico sobre calidades de cadenas hoteleras, según tipo de las habitaciones, prestaciones básicas como ascensor, lavanderia, baño y plancha, y como no, calidad y cantidad de los desayunos. Esta mañana nos sentimos como Robocop comiendo su papilla multivitamínica, la maquinita era igual, eso sí, bajo la atenta mirada de la "paki" que salía de su guarida en recepción a cada poco para mirar el reloj de la zona breakfast esperando para echar el cierre.
La ruta de hoy parte de San Luis Obispo. Descubrimos de casualidad el centro de militares veteranos y nos subimos al tanque de la entrada, como no podía ser de otro manera, en el fondo seguimos siendo los mismos de siempre. En Morro Bay almorzamos en el mejor sitio de Fish & Chips, el Giovanni's. La comida es realmente buena. Alli mismo encontramos un grupo de nutrias marinas. Más tarde ampliamos la fauna con pelícanos y focas, que avistamos en el pueblo de Cayucos, donde vimos que en el agua coinciden los animales con los surferos con total naturalidad. Nuestro periplo nos lleva por varios pueblos costeros de pescadores, con entrañables casitas de madera, de estética similar, bares en los que sirven productos del mar locales, y donde hay tiendas de antigüedades y Thrift Shops. Morro Bay y Cayuco son dos de esos pueblos. La decoración de Halloween no falla en ninguno de ellos, todas las casas tienen sus porches ampliamente adornados. Echamos unas risas grabando videos chorras en el Pier y haciendo bromas con la postal de un burro y "thugs life".
Continuamos a través de la magnífica ruta panorámica que nos regala la Pacific Highway 1 que une L.A. con San Francisco. Recorremos varios cientos de kilómetros sin apenas ver señales de civilización, terreno dominado en su mayor parte por colinas de pastos de un color entre pardo y dorado, que descienden hasta el mismo océano a pie de playa o bien acaban bruscamente en acantilados. Vemos algún que otro molino de viento, poco más que recuerde el paso del hombre por estas tierras vírgenes, quitando alguna minúscula población. Recorremos la Highway 1 entre muchas curvas y con una vistas realmente espectaculares. Por el camino avistamos centenares de gaviotas, leones marinos y hasta cebras.
En medio de la nada, la popular mansión Hersch domina el terreno desde una colina.
Disfrutamos del Pacífico desde las alturas mientras surcamos los inmensos acantilados del Parque Estatal de Big Sur.
La ruta de hoy es más paisajistica que otra cosa, un bonito broche final que nos permite relajarnos y que sirve de despedida de estas tierras que no han dejado de sorprendernos ni un solo momento desde del primer día en que aterrizamos, que va ya casi para veinte.
Sobrevivimos a la Pacific Highway 1 y llegamos a Monterey. Una vez más nos atraen las tiendas de souvenirs como a polillas que van a la luz, y ya de paso aprovechamos para cenar algo en Cannery Row. Es curioso que aquí todo el mundo va disfrazado menos nosotros... ya podían habernos avisado! Con lo que nos gusta la jarana!
Rumbo al hotel, toca hacer maletas pero ya no con la misma ilusión que cuando vinimos.
Mañana hay que ir hasta San Francisco, dejar coche y coger avión de vuelta a casa.
Esto se acaba, ahora a digerir todo lo vivido, que no ha sido poco.
El día nos ha dejado varias anécdotas como la mujer con peluca y perro con vestidito de leopardo, la otra que llevaba uno con un tutú rosa, los coches sin matrícula ni delante ni detrás, que no entendemos cómo pueden circular así, y finalmente la que sin duda ha sido la mejor... ver dos coches de policía con las luces puestas y pensar "guau, otra intervención como en las películas, deteniendo malos", pero no, ahi estaba el pobre conductor, un señor de unos sesenta años, con buen coche y bien vestido con su pantalón de pinzas, camisa blanca y chaleco de punto, manteniéndose a la pata coja en posición un tanto ridicula y con cara de culpable mientras el policía no dejaba de alumbrarle con la linterna y le hacía hacer movimientos para ver su estado de embriaguez. Todo un clásico USA!!

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